Aula de Cultura de la Fundación BBK
Elcano, 20 – Bilbao
Del 23 de mayo al 6 de junio del 2006
Lourdes Fisa, el rastro de lo invisible
Glòria Bosch – Lourdes Fisa
Texto del catálogo El rastro invisible, Fundación BBK, Bilbao 2006
Glòria : Apareciste el primer día con un libro mío bajo el brazo… Volvía a encontrarme frente a un texto ya casi olvidado sobre Calvino y me propuse no releerlo hasta el final de este diálogo. Un amigo filósofo me dijo el otro día que siempre busco un compañero de viaje en mis escritos, un diálogo cómplice abierto a diferentes voces portátiles que podrían caber en una maleta, como tu cuando reciclas el bagaje de tu vida …
Lourdes : Esta maleta contiene la esencia de mi trabajo. Nos habla de la importancia de la experiencia vivida, de la sensación y de la emoción. Son pequeños fragmentos de vida, fragmentos de ideas, fragmentos de pensamiento. El viaje potencial nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos (y hay quien cree que el viaje continua). Toda la vida es movimiento, un cúmulo de experiencias y circunstancias, un pensamiento en progresión, una búsqueda…. Tal vez también llegue ese día – como dice Herman Hesse en El caminante- que “habré llegado tan lejos que los viajes y la lejanía formarán parte de mi alma, y sus imágenes estarán en mi interior, por lo que ya no tendré necesidad de realizarlos”.
Glòria : Una especie de puzzle que puede encajar de distintas maneras… El recorrido vivido se encarga de hallar los fragmentos del laberinto trazado en tu mundo interno. Tus entramados visuales componen una telaraña que crece y se bifurca en distintas direcciones, siempre ante a un cruce de caminos, como en esta exposición de exposiciones que nos sumerge no tan solo en lo preciso sino en la ausencia de todo lo que “el tiempo y el espacio pueden contener”.
Lourdes : Pienso que la realidad no puede captarse en su totalidad. Todo intento de representación y de conocimiento es una fragmentación. Me interesa ampliar los límites, crear sugerencias, abrir los entramados para crear otras percepciones, provocar recorridos reales, y quizás sea el propio espectador quien complete la obra.
Glòria : Desde 1992, a raíz de tu estancia en Estados Unidos, los títulos de tus exposiciones son escudos que te protegen de la mirada actual, emociones que cuestionan y funden el sentido de límite como una trama superpuesta, simultánea, donde la luz interior desvela la frágil movilidad de las formas: recorridos, laberintos, espacios, huellas, mapas, caminos, expedición, orígenes, paso a paso, travesía, éxodo, territorio humano, fragmentaciones, fragilidades… Títulos que construyen series de obras marcadas por una simbología clara de dirección: señales, números, letras, ojos, escrituras… La evolución de este laberinto visual tiende a desplazar lo más concreto para diluirse en una atmósfera donde la existencia funde lo interno con lo externo, la mirada del ojo que pregunta con lo que sentimos o percibimos, el perfil de la distancia con el rostro íntimo de ese instante oculto que jamás se resuelve: la fuga perpetua. Una fuga que se desprende de la obra cuando huyes de los formatos regulares, de los límites, y del carácter estático.
El caminar y las sombras que recoges en este cruce de fragmentos intuitivos que, a manera de collage, se desdoblan, se despegan, son los fragmentos mutantes e intercambiables de una travesía que sigue el ciclo de la vida desde su propio ritmo interno, como en tu instalación de la iglesia de la Piedad o en “ Las 4 estaciones”, pero también son la suma de esperas, de estaciones de paso donde acumulas tus vivencias, ideas, recuerdos, emociones, e intentas hallar el equilibrio entre el cuerpo – el diálogo con las texturas, los colores, los trazos…- y la mente.
Lourdes : Actualmente, ciencia y tecnología están muy avanzadas, pero humanamente hay un retroceso en la calidad de las relaciones humanas. Creo necesario un retorno a la naturaleza, a los orígenes, un equilibrio y no un dominio. Me interesa buscar un equilibrio entre todas las cosas y unir lo diferente. Creo en la interrelación de las disciplinas, porque el pensamiento artístico es muy amplio y engloba la poesía, la filosofía, la ciencia… Y todos los lenguajes son igualmente válidos para explicar un contenido. Las disciplinas aisladas no responden a los enigmas de la vida. Es bueno complementar y, a su vez, una cuestiona a la otra. No creo en los dogmas. No solo existen el blanco o el negro. Soy pintora y he aprendido a ver una extensa gama de grises entre el blanco y el negro. El color de un objeto no está aislado, depende de su entorno, la luz que recibe, su sombra… Depende de nuestra percepción.
Glòria : Siempre reciclamos. No cambiamos. Se buscan otras vías para asumir otros significados y el viaje asocia este sentido perceptivo. La obra, en su proceso, se nutre de todos los elementos y no puede leerse nunca como algo separado. Los dogmas asesinan el mismo concepto de arte, mutilan ese caminar libre que nunca debe condicionarse.
Tu viaje a Israel en 1997 coincide con la aparición del material de la fibra de vidrio. Es un momento que te marca conceptualmente. Allí, en un pequeño territorio donde se vive toda la confrontación mundial, un auténtico microcosmos, te enfrentas a la pluralidad y a la necesidad de enlazar fragmentos para unirlos… Nada se puede eliminar porque el mundo solo tiene sentido substituyendo “competitividad” por “coexistencia”, como nos dice Terzani. Y es más, es necesario eliminar la manía occidental del pensamiento único, uniforme, porque “la idea de una civilización superior a otra es sólo fruto de la ignorancia”. Precisamente, en tu obra emerge el problema de la intolerancia aunque no sea una reivindicación directa, porque escuchas las voces de este frágil mosaico de culturas y exploras a fondo la necesidad de integrar la coexistencia.
Lourdes : El hombre es perfectamente imperfecto. Cada sociedad es una ruptura de la anterior, una rebelión, pero no debe olvidar sus enseñanzas. Todo es acumulativo. El puzzle es la suma de las partes. Si falta una pieza no está encajado, y ello te permite seguir buscando. Me preocupa la incomunicación social y la falta de respeto mutuo.
Glòria : Desdoblarse para replegarse una y otra vez. Aunque vivamos aquí y ahora, me fascina enlazar fondos comunes entre las distintas épocas. la dualidad de conceptos y las emociones que se desprenden de tu obra son aplicables a un fondo existencial… Si quitamos las razones concretas, los sentidos y las reacciones son intemporales. Lo que nos mueve siempre es el rastro invisible que une…
Lourdes : … el rastro invisible que podría ser la búsqueda de la felicidad, la búsqueda de la luz. Pero no existe la luz sin la oscuridad, como no existe la felicidad sin la tristeza, ni el día sin la noche o el orden sin el caos. El sufrimiento nos hace crecer, no es malo el problema es la mala solución. Es la actitud frente a la adversidad. La historia de la humanidad es cíclica: guerra-paz-guerra-paz-guerra, y el hombre siempre cae en los mismos errores. ¿No aprende de la historia cíclica y repetitiva? ¿Somos insensibles? ¿perdemos nuestro equilibrio interno?
Glòria : La preocupación por luchar desde el mismo proceso creativo, la necesidad de conseguir a través del arte “un rayo de esperanza para la sociedad” y “una manera de hacerla más humana”… ¿Qué sucede con las palabras?
Lourdes : Añadir una sola letra puede comportar un gran cambio de significado. Una D “inocente” añadida a OLOR (agradable, olfato…) provoca DOLOR (pena, dolor físico, dolor moral, dolor anímico, dolor de la humanidad…). Es una palabra que tiene una fuerte carga simbólica. Es necesario tener conciencia del significado de las palabras: las guerras siempre empiezan con palabras. Palabras que crispan, separan, provocan conflictos… ¿Quién pone en marcha la máquina perversa de matar?
Glòria : No se piensa nunca en unir lo diferente. Siempre queremos imponer y vuelve lo que apuntabas: los dogmas, el pensamiento único, la prepotencia cínica, la mentira como base de todas las estrategias de poder… Mentiras para destruir lo inexistente y estrategias para atacar… La historia ha cambiado la espada por las palabras.
El carácter de multiplicidad era evidente en tu instalación de Vic, como lo es ahora en esta exposición donde integras recorridos de todas tus exposiciones. Pero el mundo sigue siendo ese puzzle ramificado indefinidamente, donde la fragmentación une pero nunca te da ese “todo” aparente que Wistawa Szymborska veía como “un jirón de caos”.
Y volvemos al principio de esta maleta potencial, portátil, transformable en su interior, donde el “yo pensante” queda sustituido por una multiplicidad de miradas y de voces sobre el mundo. Esta exposición es como una calle de calles, como la red que tejen las arañas, donde todas – desde el silencio transparente de unas imágenes o unos objetos medio olvidados en el interior de muchas preguntas- se pueden superponer, relacionar, distanciar, permutar, transgredir… Estamos entre la memoria cubierta “por capas de imágenes en añicos” de Calvino y la necesidad de potenciar aquella escritura germinal de lo que no puede escribirse, la que Marguerite Duras ve cómo una pluralidad de voces, instalada “en todas partes”.
Lourdes : …la maleta como idea, las cajas como contenedor de objetos e ideas, la mirada, el paso del caminante, el retorno a la naturaleza… romper para volver a construir : romper esquemas, romper dogmas, romper prejuicios… y renovar la mirada, cambiar de color y de dirección, plantear dudas… A veces creo que he encontrado la llave, pero después me doy cuenta de que la llave no abre…
Glòria : La clave de la llave es no encontrarla. Buscar siempre… Encontrar y encontrarnos para volver a empezar.
Glòria Bosch – Lourdes Fisa
Texto del catálogo El rastro invisible, Fundación BBK, Bilbao 2006